Teníamos unas medidas concretas para crear el cuadrado de la base, y a su vez utilizábamos cubiletes de parchís para crear las incisiones que funcionarían como las marcas del tablero para colocar cada pieza. Nos enseñaron cómo se modelaba un ratón y un gato: una bola de un tamaño concreto, con una manera concreta de crear sus ojos, bigotes o cola.
Al terminar dejamos nuestros tableros y piezas secando para su cocción. Recuerdo tanto el taller como los compañeros con los que realicé la actividad. Recuerdo que ninguno de mis ratones o gatos se parecían entre sí y tampoco eran idénticos a los modelos que nos pedían. Pero también recuerdo que el tiempo del taller fue muy divertido y relajante para todos, y cómo nos reíamos cuando, a veces, intentábamos hacer un ratón tal y como nos habían pedido y nos quedaban los ojos demasiado grandes, o nos quedaban gordos, o desproporcionados o incluso nos acababa saliendo cualquier otro animal.
Cuando volvimos al día siguiente para recoger nuestros juegos pasó algo que cambiaría mis maneras de crear, mi seguridad, mi confianza.
Habían conservado mi tablero pero ninguno de mis gatos o ratones. Ahora tenía gatos y ratones idénticos entre sí e idénticos al modelo. Recuerdo buscar mis piezas, pensar que se habrían equivocado al volverlas a colocar. Pero no había sido la única. Todos los gatos y ratones desproporcionados, discordantes, asimétricos, diferentes, habían desaparecido, y en su lugar todos teníamos el mismo 3 en raya, con las mismas piezas, proporcionadas y homogéneas.
Yo no quería llevarme aquel juego, no lo había hecho yo, y cuando lo enseñé en casa sólo quise quedarme con el tablero. Había perdido mis piezas, porque no las había hecho correctamente.
Sólo había una manera de hacer las cosas, sólo había una manera correcta, todo lo demás simplemente no vale, se retira, se tira, se abandona. Lo diferente no aporta, no interesa. Los errores son malos y se tienen que ocultar. Si no sabes hacer las cosas de la única manera correcta, no las hagas, no sirven, no son válidas.
Puedes disfrutar el proceso pero lo único importante es el resultado. Si el resultado no es el adecuado tu proceso no ha aportado nada.
No hay lugar para lo diferente. O mejor: sí hay un lugar, la basura.
Dejaron pasar esas ideas a nuestras mentes de 9 años y arrasaron todo. Ya no había lugar para crear, sólo para repetir.
Estoy segura de que guardas experiencias como esta. Que también te han invadido este tipo de ideas, y se han adueñado de tus procesos creativos. Y esas ideas llegan a enraizar tan adentro que pasamos nosotros mismos a juzgar nuestras piezas, dibujos, juegos y maneras. Y tiramos lo que no es igual, lo que no es correcto. Y dejamos de hacer lo que no sabemos hacer de una manera determinada. Y juzgamos también a los demás, a todo lo diferente e incorrecto.
Y ya no sabemos dibujar, ni modelar, ni escribir, ni crear música ni realizar cualquier actividad creativa. Porque "yo dibujo mal" y "yo no sé escribir" y "que lo haga otro porque a mí no me sale".
El arte, precisamente, nos permite explorar y experimentar con muchísimas técnicas y materiales y tenemos que comprender que las técnicas son herramientas a nuestra disposición. Cuando proponemos una actividad podemos ofrecer técnicas determinadas y la intención ha de ser realizar aprendizajes concretos para desarrollar nuestros procesos creativos.
Las técnicas son herramientas, recursos que nos permiten ir conociendo materiales y sus características, que nos descubren diferentes modos de utilizarlos para que a partir de esos conocimientos podamos crear. Son un medio para crear, no son el fin, y desde luego no son la única manera correcta de crear.
Podemos aprender los pasos de baile de un estilo concreto, pero desde luego no hay una manera única y correcta de bailar.
Podemos crear 2 grupos de 3 figuras iguales como piezas para jugar, por ejemplo gatos y ratones, y desde luego no hay una única manera de crear ratones o gatos.
En la propia realidad hay gatos grandes, pequeños, gordos, flacos, de varios colores o de un solo color, con orejas puntiagudas, estrechas, alargadas... ¿Cómo es posible que lleguemos a pensar que sólo hay una manera de hacer un gato?
Ofrezcamos propuestas lo suficiente atractivas y abiertas para que permitan a la imaginación volar, propuestas que estimulen nuestra imaginación.
Y proporcionemos herramientas y recursos para desarrollarla.
Permitamos que los niños y niñas aprendan de qué manera pueden crear con arcilla churros, pelotas, formas abiertas o cerradas... Y que a partir de esos recursos creen a su manera. Que gestionen ellas y ellos mismos qué recursos quieren utilizar y cómo.
Equivocándose.
Confundiéndose.
Haciéndose preguntas.
Encontrando oportunidades y también limitaciones.
Buscando maneras de resolver.
Mirando desde diferentes perspectivas.
Confiando en ellos y ellas mismas.